sábado, 11 de abril de 2009

¿ATENCION CONTINUADA O URGENCIAS?

(Estas reflexiones forman parte de una opinión personal del autor y no del Comité Organizador. Pretende abrir el melón de la discusión y el debate ante la mesa de "Urgencias en Atención Primaria" que se celebrará en el Congreso).
La Atención Continuada surgió como una necesidad inherente a todas las partes que componen la estructura sanitaria. Pero ahora, cuando va a cumplir su mayoría de edad, ha quedado en un inmenso “coitus interruptus” de dimensiones no cuantificables.
Atención continuada hoy es identificada con “urgencias”, y urgencias es para el médico de familia el enemigo público número uno. El concepto atención continuada nace en un intento de mejorar la asistencia sanitaria de la población, acercando los recursos sanitarios a ella, a la vez que se mejoraba la accesibilidad al sistema, adecuando las bandas horarias de asistencia “normal” a una sociedad que cada día le cuesta más diferenciar la noche del día, lo banal de lo grave, la normalidad de la alteración, pero que es, al fin y al cabo, el hilo conductor de las tendencias sanitarias. Todo ello al margen de si la demanda sanitaria pudiera identificarse con el concepto urgente o no urgente, debido principalmente a la subjetividad del mismo y al interés de las partes.
Se intentaba que población y profesionales tuvieran un punto de encuentro distinto al enfrentamiento permanente que suscitan las urgencias hospitalarias, siempre atascadas y demonizadas. La buena intención de los políticos chocará, con el tiempo, con los propios profesionales que, poco a poco, observan, como siempre, que los problemas quieren solucionarse a su costa sin obtener ninguna recompensa a cambio. De la buena intención supuesta de los políticos podrían obtenerse otros beneficios paralelos: mejorarse las urgencias hospitalarias, aprovechando la excelente formación de los médicos de familia, que supuestamente, error clásico, derivarán menos pacientes al sistema hospitalario, y podrán así atenderse con mayor calidad las “verdaderas urgencias”.
Se asimilaba en exceso atención continuada con medicina de familia, motivo por el que ahora pagamos el reproche que nos hacen desde muchos flancos ( incluidos hospitalarios ) y críticos serios desde el seno mismo de nuestra especialidad, de haber traicionado y desatendido nuestra propia filosofía en pro únicamente de nuestro privilegiado bienestar. ¿Dónde está la atención continuada en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona y en prácticamente todos los medios urbanos del país?. Sólo algunos EAP en medios rurales podrían de verdad atribuirse la definición de realizar atención continuada.
¿Quién puede poner en duda a estas alturas, que la única forma de mantenerse bien entrenado para el manejo de las situaciones urgentes es la práctica periódica y la formación continuada?. Al menos el 30% de las consultas diarias de medicina general están relacionadas con situaciones de respuesta inmediata y, si no graves, sí nos obligan a realizar un diagnóstico diferencial rápido despistando situaciones potencialmente urgentes ( se sabe que entre el 20-40% de la cardiopatía isquémica aguda había consultado por este problema a su médico de cabecera antes o incluso en el momento de estar aconteciendo el evento coronario). Como tampoco nadie puede cuestionar que el profesional más rentable ( entendemos por rentabilidad el producto resultante de su actuación en cuanto a orientación, derivación razonable y prevención de posibles desviaciones) en el ejercicio de la atención continuada es el propio médico de familia, quién conoce al individuo y al sistema en su conjunto y participa íntimamente con él, decide y puede corregir las contínuas perversiones del mismo en función de la evolución de los pacientes y en fin, forma eje fundamental del propio conjunto.
La renuncia a la atención urgente ( o fuera del horario habitual) es el signo inequívoco de enfermedad en nuestra especialidad. El conocimiento razonable de las situaciones de urgencia de la población, en general, va intrínsecamente ligado al desarrollo completo del ejercicio de la medicina de familia. De otra manera (tal y como está ocurriendo) estamos presenciando el inicio del fin de una vocación, de una razón de vida, y quedará poco a poco relegada al profesional pulcro y limpio con una sola herramienta de trabajo, el bolígrafo, en detrimento de la espontaneidad de “arremangarse”, de lavarse las manos en la palangana del domicilio, huyendo del contacto, del cuerpo a cuerpo con los enfermos y sus familiares, en definitiva predicaremos teoría sin práctica, comunicación interhumana pero nunca estaremos con ellos en los momentos de su sufrimiento, cuando más nos necesitan.

En general, todos los médicos de atención primaria reconocemos que la medicina de urgencias es atractiva y estimulante si no fuera por sus malditos horarios, su escasa remuneración y sus implicaciones legales como problemas fundamentales, aunque no únicos. La mejora de los horarios y los sueldos harían más soportable la asunción de una labor arriesgada dónde se toman decisiones trascendentes para la vida de los pacientes y que deberán estar guiadas por la profesionalidad y la responsabilidad ( con todas sus implicaciones legales correlacionadas).
Espero que algunos de estos aspectos sean debatidos en nuestro Congreso.

José Manuel Morales.
Miembro del Comité Organizador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario